Columna de opinión de la gerente general de Clínica Imet, Nicole Torres, publicada en Revista Fem.
En una sociedad de personas, las relaciones humanas constituyen el pilar fundamental, cobrando relevancia entonces el cómo nos relacionamos con los demás; sin embargo, para poder relacionarnos con otros de forma sana resulta imprescindible reconocer que la relación más importante es la que tenemos con nosotros mismos y a esto se le ha llamado “amor propio”.
Ahora bien, para poder mejorar nuestro amor propio es necesario, sin lugar a dudas, el autocuidado, el que se traduce en orientar conscientemente nuestras acciones con el propósito de obtener un bienestar de índole físico, emocional y mental. Esto, en ocasiones resulta un tanto más complejo para nosotras las mujeres, debido a que la sociedad tiende a exigirnos el doble o incluso el triple, asignándonos actividades y responsabilidades que deberían ser compartidas.
Y pareciera que la ciencia, por siglos dominada también por hombres, también le exigiera más a las mujeres y desde muy jóvenes nos expone a una serie de exámenes que no son para nada agradables. Mientras que para los hombres el único y gran temor es el examen de próstata -el que hace ya varios años se puede hacer a través de un análisis de sangre o una resonancia magnética-, las mujeres, en cambio, desde la pubertad debemos ir periódicamente al ginecólogo(a) para verificar que todo esté en orden.
Así, los exámenes preventivos están presentes durante gran parte de la vida de nosotras las mujeres, por lo que debemos destinar no poco tiempo a estos chequeos. Esto, sumado a la desfavorable posición, donde pareciera que no tenemos tiempo ni para preocuparnos por nosotras mismas, ha hecho que muchas de nosotras terminemos postergando nuestro bienestar físico y mental, en pos de atender más las necesidades de los demás anteponiéndolas a las nuestras, o debido a la carga de nuestros trabajos y diversos otros factores que facilitan que, llegada cierta edad, las consecuencias puedan resultar irreversibles.
Un ejemplo de ello es el cáncer de mama, enfermedad que en nuestra región tiene el mayor índice de incidencia. La mamografía es el método de detección imprescindible en el diagnóstico temprano del cáncer de mama, el que si se detecta de forma precoz, su pronóstico de cura puede superar el 90%; no obstante, muchas mujeres no suelen realizarse este examen debido a falta de tiempo, porque postergan su salud o porque el examen en sí es molesto o en ocasiones doloroso.
En esta línea, el autocuidado físico es el conjunto de acciones dirigidas a cuidar nuestro cuerpo y nuestra salud, lo que implica también la prevención. Por ello, debemos empoderar nuestros cuerpos y mentes, y evitar postergar la realización de exámenes preventivos, ya que atendiendo a nuestro cuerpo aumentamos nuestra salud física y nos liberamos de estímulos estresantes. Una vez que seamos capaces de hacer propias las diversas formas de autocuidado, recién estaremos en condiciones de construir relaciones sanas y fuertes con el resto de la sociedad.